THE WHOLE LIVERY LINE BOW LIKE THIS WITH THE BIG MONEY ALL CRUSHED INTO THESE FEET – SAMO (c)
TODA LA FILA DE SIRVIENTES SE INCLINA ASÍ CON LA PASTA GORDA APLASTADA BAJO ESTOS PIES – SAMO (c)
Quizás
por haber sido la última gran figura del Arte, el último abanderado de una
generación de pintores malditos envueltos en una pintura inminente burguesa, la
vida y obra de Jean-Michel Basquiat resulta inevitable para entender e indagar
un poco en la historia reciente del arte.
Es principalmente su vida, que luego
se expresará en su obra, la que dará un pálido pero certero retrato de una
década como fue la de los ochenta, donde los dólares, la cocaína y el
descontrol que traía el dinero dulce de una actividad financiera a niveles
nunca antes vistos, se mezclaban en un cóctel mortal que el cuerpo de Basquiat,
como el de muchos otros, no resistió.
Fue
un artista ecléctico, con una capacidad asombrosa para asimilar y mezclar lo
mejor del arte, la poesía y la música que se producía en los años que le tocó
vivir
Su
obra posee una fuerza innegable, cargada de expresión, vitalidad, emotividad,
ingenio y desparpajo. Su escuela fue la calle, la baja cultura de su Brooklyn
natal que supo ensartar con las refinadas formas del expresionismo abstracto,
el arte conceptual, creando obras desinhibidas y divertidas, en unos momentos
en los que las tendencias "cultas" se están anquilosando en aburridas
"academias posmodernas" y el negocio del arte intentaba superar el
agotamiento de tanta modernidad estéril abriendo las puertas a jóvenes que
buscan su identidad racial y reniegan del colonialismo a través de unas obras
que presentan con cierta violencia formal otras historias transculturales.
Apoyándose
en el jazz y el rock, en las experiencias del textualismo conceptual de los
grafiteros y en los materiales ocasionales de desecho que se encuentran por las
calles. Pero, por encima de los temas, que son siempre circunstanciales, lo que
interesa del trabajo de Basquiat es su radicalidad visual basada en la fuerza
plástica de sus propuestas.
Jean-Michel
Basquiat (Brooklyn, Nueva York; 22
de diciembre de 1960 - Manhattan, Nueva York; 21 de
agosto de 1988) fue un artista, poeta, músico, dibujante y pintor estadounidense.
La
producción artística de Jean-Michel Basquiat, es frecuentemente considerada una
de las más importantes de la historia contemporánea, además, se trataría del
pintor afroamericano más exitoso de todos los tiempos.
Desde
pequeño había recibido una apreciable educación artística informal; su madre lo
llevó a visitar museos (fue miembro júnior del Museo de Brooklyn a
los seis años), también lo inició en la lectura de literatura poética, y más
tarde lo impulsó a escribir la propia.
Nacido
con el advenimiento de la turbulenta década de los ´60, Basquiat tuvo como
padres a un exitoso contador de origen haitiano y a una también reconocida
diseñadora gráfica de origen puertorriqueño. El divorcio de sus padres y las
constantes mudanzas que el mismo implicó, hicieron que la relación del joven
Basquiat con sus padres -especialmente con su padre- fuera bastante tortuosa,
incluyendo constantes huidas del hogar que compartía con su madre.
Podríamos,
entonces, llegar a postular que la verdadera madre o padre de Basquiat fue en
efecto la calle, el suburbio de la gran metrópolis de la Costa Este
norteamericana.
Allí entró en contacto con el crack, que ya para fines de los
setenta se había cobrado sus primeras víctimas. También conocería a la heroína
que comenzaba a filtrarse en los desamparados departamentos que poblaban los
suburbios de las grandes ciudades. Es en este paisaje urbano donde Basquiat
encuentra la inspiración y el medio para transmitir su arte y su mensaje.
Desde
finales de los años sesenta, grupos de jóvenes de los barrios marginales de Brooklyn y
del Bronx empezaron
a cubrir las paredes de los espacios públicos (tapias, vallas publicitarias,
andenes, túneles y vagones del ferrocarril metropolitano) de garabatos y
pintadas..
Dos
corrientes copaban los murales, una más artística, con crítica social y muchas
veces, como en el caso de Basquiat (o SAMO, siglas con la que firmaba sus
escritos), con el agregado de una ácida ironía para con un sistema que ya
presentaba sus primeros síntomas de una innegable decadencia. La otra
corriente, más apolitizada pero no por eso menos significativa, buscaba
visibilizar los nombres de las distintas bandas que convivían en los suburbios
en una desesperada búsqueda por reivindicar una identidad negada ante la
aparición sistemática de verdaderos ghettos, donde el Gran Sueño Americano se
hacía pedazos ante la monstruosa desigualdad y crueldad que el capitalismo
post-moderno traía bajo el brazo.
En
1979 escribió en los muros del SoHo: SAMO
is dead. Entonces, colgó el graffiti, y fundó el Gray, un grupo musical en el
que tocaba el clarinete y el sintetizador y
con el que frecuentaba pubs como CBGB y el Mudd Club, lugares de moda donde se
reunían otros artistas, pero pronto abandonó su incipiente carrera musical. En
el East Village, músicos y artistas elaboraron su propia subcultura (hip hop),
compartieron su afición por la música rock, por el break y
elrap, y llevaron a
cabo performances, filmes underground y graffitis.
Luego
de un paso trunco por la música y los melosos sintetizadores que irrumpieron
violentamente en la escena musical mundial -una experimentación que se volvía
cada vez más común e intensa en los barrios marginales de Nueva York,
principalmente el Bronx, y que tendría como resultado nada menos que la cultura
del hip-hop, cultura que coparía la industria musical de los noventa-, Basquiat
descubrió el potencial que tenía el arte plástico, la pintura en particular y
entonces los graffitis quedaron definitivamente en el pasado.
Es a
partir de los ´80 que Basquiat comienza su actividad pictórica y donde
redescubre a los grandes referentes del expresionismo abstracto como es el caso
de Pollock, una de sus más claras e innegables influencias. Pero la grandeza
artística de Basquiat reside en la gran mezcla que él alcanza, introduciendo la
cultura popular afroamericana y latina a sus trabajos.
Con
la década del ochenta llegó también el dinero dulce que traían los petrodólares
y que permitió un frenesí de créditos sin límites. La actividad financiera se
disparó y los jóvenes corredores de bolsa, que tomaban cocaína en los últimos
pisos del World Trade Center, coparon el mercado cultural. Había que decorar
sus nuevos lofts, donde reinaba lo “moderno” y “bohemio” en una cínica sátira
de lo que esta última palabra representaba. El camino estaba abierto entonces
para un artista negro, pobre, sin ningún tipo de formación académica e
intelectual, que combinaba de manera explosiva la cultura africana con la
marginalidad del concreto.
A
los 21 años tuvo su primera exposición individual en la Annina Nosei Gallery de
Nueva York, que le lanzó a la fama internacional de la noche a la mañana, al
vender todas las obras expuestas de un joven que pasó de ser un perfecto
desconocido a reclamar la portada de la revista dominical de The
New York Times y mostrarse acompañando a famosos como David Bowie,
Madonna o Andy Warhol.
Beatriz
Ordovas, especialista en el Departamento de Post-Guerra y Arte Contemporáneo de
Christie’s, aduce que este pintor destruyó gran parte de su obra en momentos de
delirio u ofuscación, debido a su adicción a las drogas. Por ello, solo existen
unos dos mil cuadros originales del artista, realizados entre 1980 y 1988.
En
su corta pero intensa actividad pictórica pueden distinguirse tres etapas muy
marcadas, según el portal de Artfacts. Entre 1980 y 1982, durante su primera
etapa, optó por los grafitis simbólicos, intercalando las visiones callejeras
de Nueva York con tradiciones primitivas, como máscaras, esqueletos y
calaveras.
Entre
1982 y 1985, empezó a albergar diversos conceptos contra la sociedad de consumo
norteamericana, combinados con imágenes vudú o totémicas. Además, realizó
diversos retratos, a manera de homenaje, a reconocidos músicos del jazz,
escritores, basquetbolistas, boxeadores y demás figuras de la cultura
afronorteamericana.
De
1986, hasta su muerte (en 1988), exploró conceptos más complejos en cuanto a la
figuración pictórica, con citas de culturas antiguas, como la africana, azteca,
egipcios y grecorromanos. Durante este periodo, él mismo se definió como un
pintor, antes que un artista del grafiti, debido a la abstracción gestual y
cálida de su trabajo.
En
1986 Basquiat viaja a África y expone en Abiyán (Costa
de Marfil). En noviembre de ese mismo año realiza una gran exposición (más
de 80 obras) en elMuseo
Kestner-Gesellschaft de Hanóver,
convirtiéndose, con 25 años, en el artista más joven que exhibe en ese museo.
En 1988 se
instalan exposiciones enParís y Nueva York,
y en abril de ese mismo año trata de abandonar sus adicciones y se retira a su
casa de Hawái.
Vuelve a Nueva York en junio, anunciando que se ha liberado de las adicciones,
pero el 12 de agosto de 1988, a los 27 años, muere por sobredosis de heroína,
siendo el artista visual negro más exitoso en la historia del arte afroamericano.
A lo
largo de su breve pero intensa carrera artística realizaría más de 40
exposiciones personales y participaría en alrededor de 100 colectivas.
Su
temprana muerte marcará la definitiva consagración del mito. De alguna manera
Basquiat decidió la brevedad de su vida. “Yo sé que algún día voy a dar vuelta
a la esquina y voy a estar preparado para eso”, dijo alguna de las pocas veces
que habló sobre sí mismo, sobre su existencia. “Eso” era una muerte buscada
desde la adolescencia, idea que de alguna manera nunca abandonó, a través de un
carácter obsesivamente autodestructivo. “Nunca sé demasiado bien si estoy vivo.
De todos modos no me preocupa demasiado: creo que soy inmortal” dijo a una de
sus parejas, Jennifer Goode.
La idea de su inmortalidad
reaparecía como pretexto cada vez que un Warhol paternal le recriminaba el
abuso de las drogas: “No te preocupes, soy inmortal”.
El
artista chicano Benny Dalmau y el transvanguardista italiano Francesco Clemente coinciden en afirmar que
sólo cuando pintaba Basquiat parecía animado por una vitalidad tan incontenible
como inesperada.
La
leyenda seguía creciendo, ahora apuntalada por la vigilancia de un mercado que
encontraba un excelente y fructífero producto. Ricard, otra vez, retoma una
profecía de 1981 y proclama: “Hemos encontrado el niño radiante del siglo”. Se
lo compara, tras la aceptación europea, con Rimbaud.
Sus
seguidores afirman que en sus obras brilla una sensibilidad intuitiva que
seguramente hubiese cuajado en formidable talento, brillan los inicios
primarios de un don tremendamente escaso: la genialidad. La fuerza, el lirismo,
la melancolía, la violencia, la gracia lúdica, el desenfado cromático, las
fusiones imprevisibles están allí, como testimonios que siempre comunican la
sensación de fermentalidad inconclusa.
En
1996 la vida de Jean-Michel Basquiat fue llevada a la gran pantalla, después de
6 años de rodaje, de la mano de su amigo y colega Julian
Schnabel. El cantante David
Bowie interpretó a Andy Warhol.
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